Paul Auster: ‘Brooklyn follies’
Hasta hace bien poquito, solo había caído en mis manos una novela de Paul Auster, El libro de las ilusiones. Y no había caído ninguna más porque, resumiendo mucho, no me gustó. Recuerdo algunos detalles de la historia (un profesor que acaba de perder a su familia en un accidente vuelve a reír gracias a una película de cine mudo y decide ir en busca del actor, que, si mi memoria no me juega una mala pasada, era un necio de mucho cuidado). Me pareció una novela amarga e, incluso, algo perturbadora. No entendía cómo en todos sitios la ponían por las nubes (a mí, de verdad, no me gustó nada de nada; ahora sé que quizá no era el mejor momento de mi vida para leer algo así). Y como cada vez que Auster publicaba algo el adjetivo oscuro salía a relucir, asumí que yo no iba a ser capaz de conectar con este autor y que más me valía buscar lecturas por otros derroteros. Total, hay tanto, y tan bueno, por descubrir y leer…
Con esta única experiencia leyendo a Auster, me sorprendí cuando, a finales del año pasado, alguien me recomendó Brooklyn follies. Investigué un poco y resultó que gente de cuyo criterio me fío mucho la había leído y le había gustado… ¿Merecía la pena repetir? Decidí darle otra oportunidad al bueno de Paul. Y he aquí que, esta vez, no me ha decepcionado. En absoluto.
Esta novela es todo lo contrario a El libro de las ilusiones. Es positiva, es alegre, está llena de luz… Es la exaltación de la amistad como modo de solucionar los problemas y, en definitiva, de vivir la vida. Es el juego del azar, de las coincidencias, de encontrarse con determinada persona en determinado momento para hacer que tu existencia sea más llevadera. Es la humanización de una gran ciudad (Nueva York, como no podía ser de otra manera al leer a Auster), llena de personas que viven y sueñan y aman y ríen… Y que pueden tener muchísimos problemas, pero que saben que si los comparten y se ayudan mutuamente, se sale de cualquier pozo. Porque Brooklyn follies es un conjunto de historias con final feliz que se van enlazando unas con otras, por casualidad o causalidad, en un puzle perfecto que ofrece la visión más optimista de la vida.
El protagonista, Nathan Glass, es un hombre acabado que decide volver al Brooklyn de su infancia para morir tranquilo; sin embargo, hay otros planes para él: volverá a Brooklyn no para morir, sino para empezar a vivir de nuevo, gracias a un coro de personajes de todo tipo que lo ayudarán a reencontrarse consigo mismo y con el lado más amable de la vida.
En palabras del propio Auster acerca de la novela: «Una vez leí una frase del cineasta Billy Wilder que me impresionó hondamente: «Si te sientes realmente feliz, deberías escribir una tragedia; si te sientes verdaderamente desgraciado, deberías escribir una comedia». Escribir una comedia ayuda a poner las cosas en perspectiva. El mundo ha ido de tragedia en tragedia, de horror en horror, pero los seres humanos seguimos existiendo, enamorándonos y hallando alegría en la vida. Me pareció que este era un momento para recordarlo».
Por mi parte, he decidido seguir leyendo a Auster. Haré una criba de títulos e intentaré hacerme con sus mejores novelas (porque algunas, por lo que dicen por ahí, son de lo más mediocre). Los iré apuntando en la lista de deseos (¡se aceptan regalos!). ¡Ah! Y escribiré más reseñas sobre lo que voy leyendo, prometido.
[…] creo que puede animar muchísimo cuando se está triste… Casualmente, fue el primer libro que reseñé en este blog. Es Brooklyn Follies de Paul Auster. Portada del […]