Uno de poemas (30 libros)
No soy una gran lectora de poesía. De hecho, rara vez me da por leer poesía. Así que pensaba que el día de hoy no iba a saber elegir un título. Pero, tras reflexionar un poco, me di cuenta de que hay muchísimos poetas que me encantan, y muy diferentes entre sí: desde Gabriela Mistral a Luis Cernuda, de Espronceda (me gusta mucho El estudiante de Salamanca) a Neruda, pasando por Petrarca, algunos poetas norteamericanos del siglo pasado, Giacomo Leopardi o las églogas de Garcilaso de la Vega, por poner varios ejemplos. De poesía actual, eso sí, me considero una auténtica ignorante. Conozco, de pasada y porque conocí al autor, algunos poemas de Sergio Oiarzabal y poco más… Pero había que elegir un libro. Y he optado por el Cántico espiritual de san Juan de la Cruz.
Explicar por escrito por qué me gusta tanto este poema me resulta extremadamente complicado. Creo que es algo que hay que leer, apreciar, disfrutar y sentir. Quienes tengan inquietudes religiosas, verán en el poema una interpretación; quienes no las compartan, podrán entender algo muy distinto. Yo mezclo interpretaciones de uno y otro lado, y no puedo sino saborear cada estrofa de este poema, muy complejo técnicamente, por cierto.
No sé cuántos de vosotros seréis lectores de poesía. Hoy quiero haceros una petición especial. Aparte de contarnos cuáles son vuestros libros de poemas preferidos, me gustaría que, si conocéis poetas actuales que merezcan la pena, nos dierais alguna pista, porque siempre es interesante saber qué se está haciendo ahora mismo y, al menos yo, ando perdidísima en estos jardines. Y estoy convencida de que me estoy perdiendo cosas estupendas. Así que, si nos proporcionarais algún nombre, perfecto. Y si algún autor se quiere pasar por los comentarios o por Twitter, yo encantada.
A mí me costaría mucho elegir, porque son muchos los poetas y los libros de poemas que adoro. Pero supongo que si tuviera que elegir solo uno sería La voz a ti debida de Pedro Salinas. Ese libro me fascinó desde que lo leí por primera vez, y lo tenía más que sobado cuando leí un poema incluido en el prólogo. Por aquel entonces yo estaba cuestionando, por primera vez desde la infancia, mi vocación profesional, porque me estaba planteando estudiar arte dramático. Gracias a ese poema estudié Filología Hispánica. Y en un acto adolescente, grabé la fecha de lectura de ese poema en una alianza de plata, que es una de mis joyas más preciadas y en este instante llevo en mi mano derecha.