Eduardo Mendoza: ‘El misterio de la cripta embrujada’
Este libro va a tener el honor de ser el primero que he leído en el Kindle. No es mala forma de empezar…
El comisario Flores es un inspector de la Brigada de Investigación Criminal. Ante el caso de la desaparición de un niña de un colegio internado de madres lazaristas, el inspector decide buscar ayuda en un antiguo criminal que está interno en un manicomio. Así llegan a un trato entre el interno y el comisario: si ayuda a resolver el caso, se ganará la libertad.
Tras liberar al interno del manicomio, este volverá a Barcelona tras cinco años de internamiento. Aunque ha recuperado el control de sí mismo, sigue teniendo su viejo instinto que le permite inventarse identidades, suplantar a otros o abrir puertas sin llaves. Volverá a ver a su hermana y se involucrará en una historia en la que un adinerado industrial catalán quiere esconder el cuerpo de un muerto. Intentando tapar esta muerte se producirán otras muertes, que el exinterno conseguirá resolver con la ayuda de una exalumna del colegio, Mercedes.
Aparentemente nivelada y lisa, la estructura de Mendoza constituye un espléndido ejemplo de investigación literaria personal, ajena a todo mimetismo, que ahonda en las posibilidades del relato tradicional, e indagar así —como un buen detective, o como un personaje de Henry James— en el dibujo que se nos muestra al dorso del tapiz de la trama. Una farsa burlesca y una sátira moral y social que tiene sus raíces últimas en la picaresca y en el modelo cervantino.
Desde luego, una manera divertida y simpática de empezar las lecturas con el Kindle. Fue un poco por casualidad: encontré este libro (y otros de Mendoza) en el Kindle Store y, como todo lo que he leído anteriormente de él me ha gustado, pensé que era una buena elección. Junto con este están también La ciudad de los prodigios, La verdad sobre el caso Savolta, El laberinto de las aceitunas, Sin noticias de Gurb y La isla inaudita: si alguien quiere leer a Mendoza en un Kindle no hay excusas porque hay opciones.
En cuanto a la novela en sí, un poco loca. Mendoza dice que es una de sus favoritas; desde luego, se lo tuvo que pasar muy bien escribiéndola. Eso sí, no desaprovecha la ocasión para, a través de la mirada de un enfermo frenopático, meter toda la sátira social que puede. Critica todo y se ríe de todo. La trama policial en sí, para mí casi es lo de menos (de hecho, tengo que admitir que la resolución del caso me ha dejado un poco fría). Y todo ello con un estilo muy personal en el que destaca sobremanera el lenguaje exagerado y alambicado del protagonista (provoca más de una carcajada; yo todavía me río al pensar en la gayez). Merece la pena pasar una tarde con este libro: más que risas, auguro una constante sonrisa en la cara con él.
Un último apunte. Mendoza ha utilizado a su protagonista en otras dos novelas (conformarían, por tanto, una trilogía): El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de señoras.