Michel Houellebecq: ‘La posibilidad de una isla’
A la espera de que nos llegue a España la última novela de Michel Houellebecq (ahora creo que la anuncian para mayo), cayó en mis manos La posibilidad de una isla. Y, aunque no me ha gustado tanto como otras novelas del autor, vuelve a poner el dedo en la llaga.
«¿Quién, entre vosotros, merece la vida eterna?».
La posibilidad de una isla es la historia de Daniel, famoso por sus monólogos cáusticos en los que mezcla la provocación con una visión fría y cruel de la existencia. El protagonista narra los últimos años de su vida, sus relaciones sexuales y amorosas con Isabelle y con Esther, y su contacto con una secta cuyos miembros aseguran que el ser humano alcanzará la inmortalidad.
Temas filosóficos, sociales, políticos y científicos, clonación y sexo, juventud y vejez, violencia y deseo… Toda la fuerza del pensamiento de Houellebecq se da cita en las narraciones de Daniel1, Daniel24 y Daniel25, que, separadas por dos mil años, se cruzan en una trama donde las ideas tiran a dar.
Alguien me dijo una vez que, leída una novela de Houellebecq, leídas todas. Y tengo que reconocer que, en parte, esa persona tenía razón. Y lo he comprobado una vez más con La posibilidad de una isla, que no deja de ser una variación de todo lo que había leído antes de él a la que incorpora un elemento de ciencia ficción y un final apocalíptico.
Y es que Houellebecq trata sus temas habituales y llega a las mismas conclusiones que en otras de sus obras. La sociedad está enferma. Una vez que envejecemos o que nuestros cuerpos se marchitan, ya no valemos. Nos relacionamos mal: el amor no existe y, si aparece, siempre lo hace en desequilibrio (hago un inciso aquí, porque sí hay una relación de afecto sincero: la de los hombres con sus mascotas; Daniel siente verdadero cariño por su perro Fox y siente más su muerte que la de algunas de sus parejas). La única forma de relacionarse es el sexo (también de forma poco equilibrada a veces; por cierto, esto sobra pero, por si acaso, aviso de que hay mucho sexo explícito en la novela). Hay crítica a cualquier expresión artística o humanística. La religión es una pantomima. Y, de hecho, la religión, la creación de una secta en realidad, es el detonante de todo lo que ocurre en la novela. Vamos a morir solos. ¿Quieres cambiar tu vida y ser inmortal? Síguenos, te vamos a ayudar. La ciencia te va a ayudar. Se crea una nueva «raza» más avanzada, la de los neohumanos, cuyos miembros no necesitan relacionarse con los demás, vidas asépticas.
He mezclado todo mucho, para que os quedéis con ideas sueltas y acudáis a la novela si os han llamado la atención. Houellebecq no deja indiferente. Para bien o para mal, es difícil acabar una novela del autor francés y no haber sentido nada (aunque sea repulsión o tristeza o soledad o desesperanza…). Eso sí, esta novela es la más floja del autor (me queda una por leer, pero me han asegurado que esta es la peor). Yo sigo esperando Sumisión…
Vuestro turno. ¿Queréis comentar algo de la novela, de Houellebecq, de Sumisión, de cualquier cosa? Pues tenéis los comentarios abiertos para lo que queráis.
Lo tengo en lista de espera en casa.
A ver qué resulta porque efectivamente todo el mundo conviene en que no es su mejor novela. Pero en fin, ya sabes que es mi tarado favorito.