‘Trabajar’
Otra entrada sobre etimología, que me decís que os gustan. Hoy voy a hablar de una palabra que, os aviso desde ya, tiene connotaciones muy negativas: trabajar. ¿De dónde viene trabajar?
Trabajar viene de tripaliare, que, a su vez, proviene de tripalium (‘tres palos’). El tripalium era un instrumento de tortura consistente en tres palos, como el propio nombre indica, donde se amarraba y azotaba al esclavo que no quería someterse (lo podéis ver en la ilustración de abajo; no tengo los créditos de la imagen, lo siento).
La relación entre este castigo y el trabajo en sí viene dada por la idea de sufrimiento. En el trabajo, por definición, se sufre. ¿Entendéis mejor ahora esa angustia mañanera cuando toca ir a trabajar? 😉
Esta idea de trabajo como castigo se repite en otros vocablos que usamos a diario sin darnos cuenta de lo que realmente estamos diciendo. Por ejemplo, no nos extrañaría oír a alguien decir que se dedica a sus negocios. ¿Qué es el negocio? La negación del ocio (neg-otium). Y el ocio, el otium, es el descanso (primero, como concepto militar: los tiempos en que se paraba la guerra; luego pasa a tener una acepción más personal, como la entendemos ahora). Es decir, el negocio es la negación de nuestro descanso, de nuestro tiempo libre… Se repite, pues, la idea de algo que no nos permite disfrutar.
A pesar del origen de la palabra, y de lo mucho que cuesta madrugar (sobre todo los lunes, ¿no?), espero que tengáis trabajos que os gusten mucho, os den muchas satisfacciones y os hagan sufrir poquito. Y si un día os sentís fatal y agobiados trabajando, ahora ya sabéis que le podéis echar la culpa al origen del nombre.
Leyéndote parece hasta ridículo que me muera de ganas de trabajar…