Maria van Rysselberghe: ‘Hace cuarenta años’
La primera gran JOYA (así, en mayúsculas, negrita y subrayado) de este 2014; para mí, desde ya, un libro imprescindible. Hablo de Hace cuarenta años, de Maria van Rysselberghe.
Estamos a finales del siglo xix, en una playa del mar del Norte donde nacerá una pasión absoluta y singular entre Émile y Maria. Será esta quien nos cuente, cuarenta años después, cómo fue aquel breve y fascinante amor hecho a medias de exaltación y de sumisión. Lo fugaz y lo eterno, así como lo imposible —pues ambos están casados—, marcan esta poderosa historia que nos recuerda en ocasiones a Stendhal y a Flaubert y que se anticipa a las novelas de Marguerite Duras o a las películas de Ingmar Bergman.
Pocas veces se ha dicho tanto y tan bien sobre el amor arrebatado y sobre su engarce en la realidad, aunque sea esta una realidad de escritores y pintores bohemios al margen de «lo convencional»… y en el límite de lo onírico, como en algunas grandes obras de William Shakespeare.
Una joya secreta de la literatura europea del siglo xx. Una historia de amor escrita con una elegancia absolutamente única.
Es el libro más conmovedor que he leído en muchísimo tiempo. Me resulta increíble que alguien pueda escribir semejante historia de amor en tan pocas páginas y que consiga trasladar todos sus sentimientos al lector de forma tan directa y empática. La historia es poderosísima (un amor de apenas cuatro semanas que retumba en la memoria cuarenta años después), y la forma de contarla no puede ser más tierna, elegante y delicada. Es pura delicia la prosa de esta novela (si no se disfruta con esto, no sé con qué se puede disfrutar, la verdad).
Volvamos a la historia en sí: un amor breve, pero de una intensidad que desafía todos los límites (los de los propios protagonistas, los del amor en sí, los temporales… todos). Un amor que empieza de forma tímida y se acaba convirtiendo en una pasión que perdurará en la memoria de la protagonista incluso cuarenta años después. Porque no hay sentimientos pequeños si son auténticos… Permitidme que cite un fragmento del prólogo que Martín López-Vega escribe para otra novela de la autora, Para un ruiseñor (de la que os hablaré otro día), justo cuando comenta Hace cuarenta años (es que está tan bien escrito, lo explica todo tan bien…):
No hay pasión pequeña, o no sería tal pasión. Las hay más expansivas o más contenidas, más cacareadas o más secretas, pero no las hay mayores o menores. Una pasión, para merecer ese nombre, solo acepta un tamaño: todo. La literatura les sienta bien a las contenidas, a las secretas, a esas que aprovechan el espacio de la página en blanco para decir en el papel lo que tal vez no se atrevieron a decir en la vida.
Hace cuarenta años habla de ese poco tiempo de nuestra existencia que, según aquel viejo epigrama de la Antología palatina, merece ser llamado vida (el resto es solo tiempo). Y nos recuerda la razón de aquellos otros versos de António Botto: «Dicen que la vida es corta. / Cabe en ella un amor eterno, / y aún sobra tanta vida»… Este libro conmovedor nos recuerda precisamente eso, cómo es el tiempo que no sobra, ese que, aunque acabe, no nos abandonará ya jamás. No es en vano haberse sentido, aunque solo fuera una vez, infinitos.
Sumamente recomendable. A mí me ha encantado, aunque su lectura (seguida de Para un ruiseñor) me dejó en un estado de tristeza y melancolía que no me acabo de quitar de encima, a pesar de que han pasado ya unos cuantos días. Siguen retumbando frases en mi mente (por cierto, hice una selección, hay alguna subida a Tumblr): ese final, en que explica el porqué de la novela en ese momento; o la descripción de cómo se buscaban, de cómo se sentían pequeños ante el otro, de cómo se complementaban, de cómo no querían separarse… Es todo tan tierno, tan delicado, tan bonito… que no sé qué pensar (¿la vida fue justa o injusta con ellos?; ¿se merecían ese final?; ¿se merecían que les llegara «ese» amor en ese preciso momento?). Porque, no sé si lo he dicho, pero esto es una historia real… Seguiré dándole vueltas a la cabeza, que es lo mío últimamente.
¿La habéis leído? ¿Conocéis la continuación? Podéis comentar lo que queráis…
Mañana mismo voy a la librería a buscar obras de esta mujer. Ya le tenía ganas, pero ahora, con tu reseña, no pienso esperar más para leer esos libros. Me encantan esas lecturas que en no muchas páginas te tocan el alma y te remueven.
Y los versos de Botto también me han llamado. Otro autor que tengo que explorar.
Un abrazo.