Niccolò Ammaniti: ‘No tengo miedo’
Aunque esta semana estaré todavía a medio gas, he pensado que podía empezar a «despertar» un poco el blog justo un mes después de cerrarlo por vacaciones (¿os lo habéis pasado bien?, ¿habéis desconectado?). Y lo hago con una reseña: segunda novela de Niccolò Ammaniti de este año… Y no descarto que caiga una tercera después de lo mucho que me gustó No tengo miedo.
El verano más caluroso del siglo. Cuatro casas perdidas entre los trigales. Seis niños, en sus bicicletas, se aventuran por entre los campos. En medio de ese mar de espigas, hay un secreto espeluznante que cambiará para siempre la vida de uno de ellos, Michele. Para afrontarlo deberá encontrar fuerzas precisamente en sus fantasías de niño, mientras el lector asiste a una doble historia: una que es vista con los ojos de Michele, y otra, trágica, que afecta a los mayores de Acqua Traverse, miserable caserío perdido entre los campos de trigo. El resultado es un relato poderoso y de una absoluta felicidad narrativa, donde se respiran atmósferas emparentadas con Las aventuras de Tom Sawyer o los Cuentos populares italianos de Italo Calvino y que mereció en su momento los premios Viareggio y Strega. Novela del descubrimiento de uno mismo a través del peligro más extremo, y de la necesidad de afrontarlo, No tengo miedo es un adiós desolador a la edad de los juegos.
Cuando, allá por el mes de enero, leí Tú y yo del mismo autor y publiqué la reseña pertinente, dos personas (Maria y Raquel, ¡gracias!) me recomendaron No tengo miedo. Y no se equivocaban, ¡menudo novelón!
Me gustan mucho las novelas que no son lo que parecen, las que cuentan sin contar, las que denuncian y ponen el dedo en la llaga, las que se sirven de la ternura para llegar al lector… Y todo esto funciona muy bien en No tengo miedo. Empieza con su tono costumbrista, describiendo el verano de unos niños en Italia en los años setenta (los «años de plomo» italianos) y, a partir de la peripecia de uno de ellos, la historia se acaba convirtiendo en una auténtica pesadilla. El niño protagonista, Michele, es, además, el narrador en primera persona, y este recurso narrativo le viene muy bien a Ammaniti para «decir sin decir»: el niño observa y narra desde su perspectiva infantil, pero nosotros somos capaces de ir mucho más allá y ver la miseria moral de todos los adultos (e incluso de otros niños) que lo rodean. Lo que pensábamos que podía ser la historia de un verano de aventuras en el sur de Italia es, en realidad, un relato duro e, incluso, cruel, que no tiene nada que ver con su premisa inicial. Una auténtica novela sobre la valentía, por cierto, que sabéis que es uno de mis temas favoritos… (Michele tiene mucho miedo, con razón, pero se enfrenta a todo y a todos por hacer lo que cree que es correcto: es la valentía personificada). Si cuento más, os estropeo la novela (aunque he dado alguna pista), así que mejor que la leáis, que no es muy larga (me duró una tarde), y estoy convencida de que os va a sorprender a más de uno. Por cierto, todas las reseñas que he visto sobre ella (después de haberla leído) son muy positivas…
¿Alguien ha leído esta o alguna otra novela de Ammaniti? ¿Os ha gustado? ¿Alguien ha leído Que empiece la fiesta? Sería la siguiente a la que me gustaría hincar el diente… Podéis dejar, como siempre, vuestros comentarios.
Yo lo leí y releí hace un par de años y me gustó mucho. Como dices, no es lo que se espera, para bien (aunque ese final ex machina es un poco decepcionante). Por cierto que la película no está mal.
Después me leí Tú y yo y no me gustó tanto… quizá tenía altas expectativas después de haber leído este libro.