Virginia Woolf: ‘La señora Dalloway’
Aprovechando que el pasado miércoles 25 de enero fue el 130.º aniversario del nacimiento de Virginia Woolf, dedico la entrada de hoy a una de sus novelas que más me gusta, La señora Dalloway.
La señora Dalloway relata un día corriente en la vida londinense de Clarissa Dalloway, una dama de alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de junio de 1923, con un paseo de Clarissa por el centro de la ciudad, y termina esa misma noche, cuando están comenzando a retirarse de casa de los Dalloway los invitados a una fiesta. En el curso del día sucede un hecho trágico: el suicidio de un joven que vuelve de la guerra. Lo notable de la historia no es ese episodio, ni los pequeños sucesos y recuerdos que la componen, sino que toda ella esté narrada desde la mente de los personajes, esa sutil e impalpable realidad donde lo vivido se vuelve idea.
Tuve una época en que me obsesioné con la prosa de Woolf y me leí sus novelas más importantes (Al faro, Orlando y la que hoy nos ocupa), así como el ensayo Un cuarto propio. Me gusta Woolf. Me parece fascinante. A priori no es una escritora fácil, pero hay un truco para leerla: dejarse llevar. Hay que dejarse llevar por las palabras, los detalles, los pensamientos… y, como decía alguien en Twitter el otro día, con el punto final de la novela todo cobra sentido. Y no hay nada más que decir: mejor la leéis…