Mano izquierda
‘Habilidad o astucia para manejarse o resolver situaciones difíciles’. Esto es lo que dice el DRAE que significa la expresión mano izquierda. Una cualidad indispensable para todo buen corrector.
Nuestro trabajo es delicado. En el fondo, nos dedicamos a destacar fallos ajenos y eso, claro está, puede herir muchas susceptibilidades. Es obvio que nuestras correcciones no siempre caen bien. Yo he tenido que oír de todo. Desde pataletas del tipo «me vas a decir tú, niñata, a mí, profesor de universidad, cómo se escribe» a, incluso, rechazos totales de mi trabajo. Están en su derecho de hacer lo que quieran con sus textos, si bien las descalificaciones personales sobran.
Sin embargo, creo que no es el afán de un buen corrector cambiar por cambiar o hacer prevalecer su criterio (aunque a mí me resulta lógico que la opinión de alguien con una formación específica en ese tema tenga un peso mayor, porque, probablemente, está mejor fundamentada). Si se da la vuelta a una frase o se cambia la puntuación, no es para lucimiento del corrector, sino del autor, que es quien, en última instancia, se va a llevar los laureles por ese texto correcto y bien escrito. Somos meros ayudantes: ayudamos a que los textos se lean con facilidad, ayudamos a que la imagen escrita de nuestros clientes sea impecable (o lo más cercana a la «perfección», si es que existe, que sea posible). Y si destacamos fallos, carencias o lagunas, no es por fastidiar ni por hacernos los importantes, sino para que los autores sean conscientes de esos problemas y puedan remediarlos.
Escribir no es fácil. Corregir tampoco lo es. Y presentar las correcciones y explicar por qué algo está mal o por qué es mejor de otro modo requiere un ejercicio (a veces) extraordinario de mano izquierda, una habilidad de lo más aconsejable para un buen corrector. Para que los autores no se vean heridos en su ego. Para no provocar problemas innecesarios de autoestima. Para que los escritores confíen en nosotros, como profesionales, casi como artesanos de la palabra, que buscan lo mejor para ellos.
Muy interesante, y cuánta razón tienes.
Yo, como traductora, siempre me gusta que me digan qué cosas he hecho mal, o si hay alguna cosa que sería mejorable, que me la puntualicen también que estaría mejor escrita de esta otra forma. Eso sí, como tú dices, sin ir de borde por la vida ni de «estan o tiene ni idea». Más que nada, porque todos somos humanos y los fallos los tenemos todos por igual. Y un día será mi día malo y, otro día, será el tuyo.
Un saludo.