‘La felicidad de los ogros’ de Daniel Pennac
Hoy quiero hablaros de una novela que me dejó un sabor agridulce. Es La felicidad de los ogros, de Daniel Pennac, de quien ya hablamos al enumerar los que él considera los «derechos del lector».
¿Quién es Benjamin Malaussène? ¿Es un santo? ¿Un idiota? ¿Un hombre feliz? El primogénito de una familia curiosa y estrambótica, responsable de un batallón de hermanos, Malaussène vive en el barrio de Belleville y trabaja como «chivo expiatorio» en unos grandes almacenes parisinos. Si un comprador se queja de una mercancía defectuosa o de un fallo técnico, Malaussène aguanta la bronca y las amenazas de despido hasta que el cliente, compadecido, retira su reclamación. Y así, la dirección de la empresa ahorra dinero. Pero unas misteriosas explosiones en los grandes almacenes complican, más si cabe, la ya precaria salud emocional de nuestro héroe.
Me quedé con una sensación agridulce porque creo que no la disfruté tanto como debería haber hecho. La leí de forma rápida y apenas presté atención, con lo que me hice un lío con los nombres de los personajes, no sabía quién hacía qué… Un desastre, vamos. Y, aun así, sí me quedó la impresión de que me encontraba ante una muy buena novela, muy bien escrita (y muy bien traducida al español, el traductor recibe elogios por todos lados) y entreví momentos realmente geniales (empezando por el título, que me parece todo un acierto, al trabajo del protagonista como chivo expiatorio, a cómo cuenta lo que pasa en los grandes almacenes a sus hermanos). Así que, aunque mi experiencia no resultó satisfactoria del todo con la novela, he decidido hablaros de ella, por si no la conocíais, para que la tengáis en cuenta. Desde luego, si buscáis reseñas por Internet, leeréis expresiones como «pequeña obra maestra» para calificarla.
Si alguien la ha leído o se anima a hacerlo, por favor, decidme qué os ha parecido en los comentarios…