David Monteagudo: ‘Fin’
Me acerqué a Fin, primera novela publicada de David Monteagudo, con bastante curiosidad, sobre todo por el revuelo montado en torno a ella: parece que no ha habido programa, blog o revista literaria que no haya cantado sus excelencias en los últimos tiempos, no sé bien si por una operación de marketing perfectamente orquestada o si es que realmente sus méritos literarios se lo merecen.
Un grupo de antiguos amigos, que ya no tienen nada en común excepto un turbio episodio del pasado, se reúne en un refugio de montaña para pasar un fin de semana. La reunión sigue fielmente el guión habitual de estos casos, pero, en plena celebración, un acontecimiento externo alterará por completo sus planes. Sometidos a una creciente presión, cada individuo interpretará los acontecimientos según sus particulares obsesiones; y entre confesiones y rencillas largamente incubadas se irá recomponiendo un esquema sórdido e intrincado de las relaciones que los habían unido en el pasado, todo ello bajo la sombra de una amenaza cada vez más cercana y palpable.
He optado por copiar el texto de la contraportada para hablar un poco del argumento porque no quiero desvelar más de lo absolutamente necesario y estropearos la lectura si decidís añadir Fin a vuestra lista de lecturas pendientes.
La frase que, para mí, mejor decide Fin es la de Carlos Zanón en Avui: «Te introduce en un mundo del cual quieres salir, pero sin dejar de leer». Eso es exactamente lo que me pasó. Me pareció estar metida en medio de una pesadilla de la que quería despertar, pero a la vez tenía la necesidad de conocer cómo acababa todo. Y, cuando se produjo el desenlace, no pude evitar una sensación de desazón e inquietud. Quizá porque una de las mayores virtudes de Fin, además de las descripciones de esos ambientes que parece que pesan sobre nosotros por la enorme carga de tensión psicológica introducida en ellos (que, reconozco, hizo que pasara mucho miedo más de una vez), es que logra que los lectores seamos un personaje más (al igual que las nuevas parejas de algunos de los protagonistas, que no conocían al resto ni saben de los entresijos relacionales del grupo: nosotros, a través de su mirada, también participamos de la reunión, del viaje, del terror…). Desde luego, todo un logro teniendo en cuenta que se trata del debut literario de Monteagudo.
Ahora, esto también juega en su contra. Tengo la impresión de que, en algunos fragmentos, el lenguaje chirriaba un poco, como si las frases no acabaran de estar bien pulidas; personalmente yo habría deseado una novela más redonda en este sentido, más elaborada. Tampoco he logrado identificarme con ninguno de los personajes (he sentido que participaba de la aventura, pero no necesariamente sintiendo una empatía especial hacia ninguno de ellos); esto último creo que en parte es hasta positivo, porque nos permite llegar al final del camino (quienes hayan leído ya la novela probablemente entenderán por qué digo esto). Y he de puntualizar, además, que, en algunos momentos, he sentido que estaba leyendo el guión de una peli de miedo adolescente de serie B (el lado positivo es que, aunque lo estás leyendo, parece que estás metido de lleno en la película).
Así que, claros y sombras para una novela que, si bien sí creo que aporta un cierto aire fresco (ojo, sin ser lo más novedoso, que novelas así ya las había) y una experiencia de lectura bastante real, no deja de tener algún fleco pendiente. Le pondría un 6,5.
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